“Debo de haber comprado Honestidad brutal en abril o en mayo de 1999, como todos; la ‘catástrofe universal’ que planeaba sobre Argentina desde hacía años permanecía agazapada a la espera del momento trágico y estúpido en el que alguien la pusiese en movimiento y yo me marchaba a estudiar a Alemania en algunas semanas. Quizás haya sido el último disco argentino de rock que compré, no lo recuerdo; lo que sí recuerdo es que fue el que más escuché en esos primeros meses fuera de casa, metido hasta las rodillas en la nieve y tratando de orientarme en un mundo que para mí era nuevo con la sola ayuda de los libros y las canciones, en especial las de un disco de desamor y de extravío: sorprendentemente, funcionó, y años después, almorzando con Andrés y con otros amigos, pensé en contarles esta historia, pero no lo hice. ¿Quién iba a decirnos que no faltaba mucho para llegar a cualquier lugar? Cuando escribió Honestidad brutal, Andrés Calamaro tenía veinte años menos que ahora y tal vez todavía no supiera que iba a escribir algunas de las mejores canciones en español de las últimas décadas; pero parecía veinte años mayor, y le ha tomado todo ese tiempo volver a tener la edad de su disco. De modo que feliz juventud, Andrés. Y gracias por llevarnos a ‘cualquier lugar’ y permitirnos volver de él justo a tiempo.” [Sigue leyendo]

Radar/Página 12, octubre de 2022.