“Durante la campaña mexicana de 2012, Enrique Peña Nieto visitó la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, donde ofreció una rueda de prensa; como recuerda Juan Villoro en No soy un robot, su último libro, ante la pregunta de un periodista sobre «tres libros que lo hubiesen marcado», quien sería presidente de México «mencionó la Biblia […] y confundió a un historiador con Carlos Fuentes». Uno de tres, o algo así. «Actuó como un mexicano normal», admite Villoro, pero —reconoce también— «sus aspiraciones no eran normales. Esto explica que un amplio sector de la población —que a juzgar por las ventas de libros tampoco lee mucho— condenara su incompetencia». Naturalmente, fue un escándalo. Pero escándalos hay en todas partes —recordemos sólo uno, el de cierto presidente argentino que citó una vez un lugar común de Antonio Machado y lo atribuyó a Atahualpa Yupanqui; alguien que afirmó, en otra oportunidad, que tenía «la colección completa» de las obras de Sócrates, quien murió ágrafo— y suelen multiplicarse cuando la prensa «entiende mal» alguna cosa; por ejemplo, cuando habla de una feria del libro como si ésta fuese algo más que lo que suelen ser casi todas ellas: espacios comerciales concebidos para personas sólo superficialmente —muy superficialmente— interesadas en los libros. [Sigue leyendo]

La Agenda (Argentina), mayo de 2024.