«‘Mirando el techo blanco de aquella habitación de hospital, añorando ese lugar caliente y lleno de heroína que era el útero de mi madre’; así se imagina el performer y artista navarro Abel Azcona pocas horas después de nacer —prematuramente y con síndrome de abstinencia— en abril de 1988; su madre, una prostituta de dieciocho años de edad, había intentado abortarlo hasta en tres ocasiones en Pamplona, donde residía, pero se lo impidieron y dio a luz en Madrid. ‘Yo era pequeño, feo, deforme y carecía de casi todo. En aquel momento, lo único que tenía era una madre en la habitación contigua’, escribe. ‘Dos días después —agrega— ni siquiera eso’: la joven había escapado de la clínica, y su novio, un hombre llamado Manuel Lebrijo, confrontado por una trabajadora social, aceptó quedárselo. [Sigue leyendo]

Babelia, El País (España), diciembre de 2022.