“Unos días atrás, Amazon anunció la creación de un nuevo servicio de su asistente de voz Alexa, el de imitar las voces de los muertos; en el vídeo que preparó para el anuncio, un niño pide a Alexa que le lea un cuento para dormir con la voz de su abuela. Queremos hablar con los muertos; es uno de los más grandes anhelos que tenemos desde que descubrimos que tendemos a morir —al final de nuestra vida, generalmente— y construimos sobre ese hallazgo los edificios dorados de las religiones, las causas políticas y las filosofías. En su libro Posteridades digitales. Inmortalidad, memoria y luto en la era de internet, que Katz publica en Argentina estos días, el filósofo italiano Davide Sisto discute el estatuto de algunas invenciones recientes que satisfacen ese deseo: bots creados para continuar ‘conversando’ con personas que han muerto, la página web Tweet Hereafter que entre 2012 y 2019 recogió el último tuit de celebridades y famosos muertos, los códigos QR que pueden verse cada vez con más frecuencia en las lápidas de los cementerios y permiten acceder a vídeos, imágenes o información sobre las personas enterradas en ellos y todos esos perfiles de redes sociales que, tras la muerte de su creador, continúan siendo alimentados por los deudos o simplemente permanecen en un estado de latencia y disponibilidad. Internet es también un cementerio, afirma Sisto, y nuestra sociedad está construyendo una nueva relación con la muerte como producto del avance tecnológico”. [Sigue leyendo]

La Agenda de Buenos Aires, julio de 2022.