—En su propio libro de sueños, Fogwill escribió que “cuando se ha abandonado cualquier propósito de conocimiento o de cura interesa más el goce del sueño que la producción de muestras para las biopsias del alma o del deseo”. En tu caso, tomar distancia, como decís, de la “visión utilitarista” que concibe al sueño “como «material» y como mensaje del soñador a sí mismo”, ¿alumbró algún descubrimiento?

Sí, pero el descubrimiento que hice tal vez sea banal, o lo parezca. Lo que descubrí es que, aunque comencé a anotar los sueños con la idea de que algún día servirían –previa reelaboración– para escribir “literatura”, reelaborarlos era arruinarlos. Y que, además, estos sueños no servían para escribir “literatura” porque ya la son, aunque de un signo muy particular, ya que no tienen propósito ni técnica ni autor; son parte de una literatura de estatuto incierto, que es la que a mí más me interesa. [Sigue leyendo]

El Diletante (Mar del Plata, Argentina), septiembre de 2022.