“‘Un tercio de los correos electrónicos de trabajo que requieren atención se queda sin leer. La mayoría de las palabras de la mayor parte de las noticias no se lee. Casi todos los capítulos de prácticamente todos los libros no se tocan’, afirman los tres periodistas, no sin dramatismo, en un momento cultural en el que todo lo que adquiere visibilidad es susceptible de ser franquiciado, desde las opiniones de un youtuber hasta un eccehomo fallido. Era solo cuestión de tiempo que el método Axios alcanzase otros formatos y ahora sus creadores publican Smart Brevity: The Power of Saying More with Less (Brevedad inteligente: El poder de decir más con menos), donde adoptan una aproximación incluso más radical: su nueva consigna es que ‘todo lo que merece la pena decir puede ser dicho en seis palabras’. El método Axios intenta aliviar un malestar específico vinculado, por una parte, con la enorme cantidad de información que nos vemos obligados a procesar diariamente y, por otra parte, con la consiguiente reducción de la capacidad de atenderla. ‘Nos revolcamos en ruido y tonterías la mayor parte del tiempo que estamos despiertos. Somos prisioneros de las palabras. De escribirlas. De leerlas. De escucharlas. Luego esperamos, inquietos, persiguiendo la gratificación instantánea o simplemente algo más: una risa, una provocación, una noticia, una conexión, un like, un share, retuits, snaps’, constatan los autores, que agregan: ‘Escaneamos casi todo lo que aparece en nuestras pantallas, no leemos. Lo que realmente nos apetece es recibir descargas de dopamina, procedentes de mensajes de texto, tuits, búsquedas en Google, noticias, vídeos y mensajes. Consultamos nuestros teléfonos más de 344 veces al día, al menos una vez cada cuatro minutos. El nuevo y agotador fenómeno ha atascado nuestras bandejas de entrada, paralizado los lugares de trabajo, obstruido nuestras mentes. Todos nos enfrentamos a un reto épico: ¿cómo conseguir que alguien preste atención a algo importante en este lío?’. En lo que hace a la redacción de textos, no solo periodísticos, su respuesta es la siguiente: ‘Escribe eso que quieres que el lector, espectador u oyente recuerde. Escríbelo antes de hacer cualquier otra cosa. A continuación, intenta acortarlo a menos de una docena de palabras. Debe ser una declaración o un dato, no una pregunta. Asegúrate de que es nuevo o esencial. Elimina las palabras débiles y los verbos o adjetivos sobrantes. Después, detente. Si no sabemos lo que queremos decir o, más probablemente, si no entendemos lo que estamos escribiendo, lo disimulamos diciendo demasiado. Hacemos lo mismo cuando rompemos una relación, pedimos un aumento de sueldo o confesamos un mal comportamiento. Seguimos hablando. Es la naturaleza humana. Y acaba con las relaciones y la comunicación. Así que basta’.” [Sigue leyendo]

El País, febrero de 2023.