“‘¿Por qué este director de orquesta se mete en problemas en todas partes?’, se preguntaban en el Neue Zürcher Zeitung unos días atrás. La respuesta a su pregunta está en la demanda de ejemplaridad que el público realiza cada vez con mayor insistencia a artistas e instituciones culturales de todo tipo en una confusión deliberada entre las vidas privadas de los creadores y la calidad de su trabajo y entre ese trabajo y la reputación de las instituciones que lo acogen. Se trata de una confusión que solo es posible gracias a que quienes exigen ejemplaridad no deben poner nunca la suya a prueba, pero, en cualquier caso, el error de Thielemann es ser solo un excelente intérprete (‘un genio’ es la expresión más utilizada por sus seguidores) en un momento histórico en que algunos exigen que los genios demuestren ser, además, buenas personas.” [Sigue leyendo]

El País. Madrid, diciembre de 2021.