“Querido Google Street View, espero que estés muy bien dondequiera que te encuentres: es difícil saber dónde “está” un programa informático al margen de en su dirección electrónica.

Quizás no recibas correspondencia a menudo, excepto del tipo legal. Unos 10 años atrás, Suiza pidió que abandonaras el país, por ejemplo, y en 2015 un británico que afirmaba haber dejado el cigarrillo tras una operación quirúrgica fue descubierto por su mujer fumando en el portal de su casa cuando esta la buscó en Street View para mostrársela a una amiga. Nuestro interés en la privacidad parece haber aumentado desde el instante en que la perdimos, en buena medida con nuestro consentimiento, y tus fotografías de calles y edificios están repletas de violaciones a ella: personas comprando drogas, robando, manifestándose frente a una clínica abortista, golpeando a sus hijos, abandonando clubes de estriptís, en playas nudistas, cometiendo infidelidades; cada una de ellas te ha demandado, y un francés que orinaba en el patio de su casa en el momento en que se registraron las imágenes de su calle tampoco estaba especialmente feliz con el asunto, por cierto.” [Sigue leyendo]

El País Semanal (España), mayo de 2019.