“Wilt lleva años en la Escuela Fenland, su promoción es inviable y para peor tiene que exponer ‘a la cultura’ a jóvenes yeseros, albañiles, instaladores de gas y carniceros a los que trata infructuosamente de convencer de que lean los ensayos de George Orwell, las novelas de D. H. Lawrence o El señor de las moscas. El resultado es más bien el de ‘su’ exposición a la brutalidad o directamente la paliza. Pero las humillaciones no terminan con la jornada laboral debido a las aspiraciones de respetabilidad de su pantagruélica y muy fatua esposa, que se entrega sucesivamente al yoga, el arreglo floral, la maternidad, el ecologismo, las escuelas para niños superdotados, el desarme nuclear, los afrodisiacos y los estadounidenses, con resultados siempre catastróficos para su marido. Cuando Eva abandona a Wilt tras una fiesta con muñeca hinchable incluida, en la primera entrega de la serie, Wilt se emborracha y realiza un ensayo de asesinato que, inevitablemente, no sale bien: lo que sucede a continuación es comedia verbal de alto nivel, con Wilt engañando a la policía mediante el excelente recurso de contarle ‘su’ verdad, todas esas ideas acerca de ‘la paradoja del progreso material y la decadencia espiritual’ y los pensamientos ‘negros y misteriosos’ que tiene, en especial, cuando toma cerveza con el estómago vacío.” [Sigue leyendo]

Babelia/El País, julio de 2020.