“Parte de la razón por la que la política atrae a tantos malos actores es que es muy teatral: como sucede en el teatro, sin embargo, los actores tienen una importancia reducida en comparación con la de quienes les escriben los papeles. Ninguno de ellos vale mucho, y lo sabe: su drama se desencadena cuando descubren que el público nunca los amó. (Porque el público sólo se ama a sí mismo). Lo que sí tiene importancia –una importancia absoluta– es su crueldad, y el daño que ésta provoca. Pero de ese daño no son ellos los únicos responsables, por supuesto. Una parte importante de la población mundial votó o votará en 2024; al parecer –las últimas elecciones en Argentina, las de Portugal, varias elecciones autonómicas en España, incluso el más que posible regreso de Donald Trump al poder parecen demostrarlo–, lo hará en los términos de la política cruel, convencida de que lo que ha perdido le ha sido en realidad robado por otro –un género, una minoría nacional, los votantes de una fuerza política rival, los inmigrantes, las feministas, los defensores de los derechos humanos…– en lugar de aceptar que su pérdida fue orquestada por las fuerzas económicas que operan detrás de los partidos políticos, en especial, de los más crueles.” [Sigue leyendo]

elDiario.es (Madrid), marzo de 2023.