Vale la pena destacar otra de sus obras, que fue galardonada con el XXIV Premio Jaén de Novela, El comienzo de la primavera. Aquí Martínez se traslada desde las calles hacia otros caminos más internos, filosóficos e intelectuales. ¿Cree usted que la filosofía dentro de la literatura establece una conexión similar a la que en otras ocasiones hicieron escritores como Jorge Luis Borges? ¿Es como ese juego de espejos borgiano, en donde Martínez logra ver su existencia más allá del ser y del tiempo?

Me alegra que mencione esa novela, que fue el comienzo de muchas cosas para mí. No tengo una formación filosófica sistemática, aunque leo mucha filosofía, y, en ese sentido, siento algo parecido a la incomodidad del impostor cuando se habla de los vínculos entre literatura y filosofía en mis libros. Al margen de ello, siempre he pensado que la literatura, en lugar de proponer certezas, siempre tan provisorias, debe realizar preguntas, algunas de las cuales caen en el ámbito de la filosofía, efectivamente. Y esa convicción personal también es el producto de la influencia de Borges, como menciona. Todo gran escritor abre una puerta y, a su vez, en algún sentido, la clausura: ya nadie puede escribir los libros de Borges porque los ha escrito él. Y, sin embargo, tal vez puede aprender algo de esos libros, y eso es lo que supongo que yo he estado tratando de hacer desde que los leí por primera vez, así que sí, Borges es una importante influencia en mi trabajo y en mi forma de concebir la literatura. [Sigue leyendo]

Latin American Literature Today, julio de 2020.