“Que lo que verdaderamente cuenta es la unidad de efecto; que debe mostrar tan solo una pequeña parte de la historia como la punta de un iceberg; que debería ser como algo visto al pasar, por el rabillo del ojo; que no gana por puntos como la novela sino por nocaut; que siempre cuenta dos historias y la secreta es la clave de su forma… No debe haber género literario más pródigo en preceptiva que el cuento, ni forma más dada a cristalizarse, congelada de tanto en tanto en una variante apenas remozada de una versión anterior. Y aunque no son pocos los nuevos cuentistas que se contentan con renovar la materia sin alterar los viejos moldes -la unidad de efecto, la punta del iceberg, las dos historias-, los hay también más audaces, dispuestos a transfigurar las formas conocidas o sencillamente reinventarlas. El rosarino Patricio Pron, por ejemplo, que lleva ya varios libros de cuentos desairando decálogos y convenciones, empezando por las clásicas fórmulas de los títulos que en sus libros se desbordan en frases larguísimas, como se desborda casi todo, insuflado por el aliento impetuoso de la imaginación que avanza.” [Sigue leyendo]

 

Télam y otros medios. Argentina, mayo de 2018.