“Daria Serenko (Jabárovsk, 1993) perdió su trabajo en 2021 por crear una ‘cadena de solidaridad’ para mujeres víctimas de la represión política en Rusia; la activista y poeta había participado ya de una exposición de arte antimilitarista, de la campaña Piquete Silencioso, una acción de protesta en cuyo marco se desplazaba en transporte público llevando carteles con comentarios políticos, denuncias y poemas, y de la creación de un ‘retiro feminista’ a las afueras de Moscú; después de su despido recibió amenazas de muerte, fue condenada a quince días de cárcel, debió exiliarse en Georgia; a pesar de ello, tras la invasión rusa a Ucrania, fundó el grupo Resistencia Feminista Contra la Guerra y participó en la redacción de su manifiesto, ya traducido a treinta idiomas; Errata Naturae publica su primer libro. Pero Chicas e instituciones no es el tipo de obra a la que escritores y activistas como Serenko –y una avariciosa industria editorial– nos tienen habituados; para comenzar, su protagonista no es la autora misma, sino ‘las chicas’, mujeres de todas las edades que la escritora conoció en el marco de su trabajo en una biblioteca y una galería públicas y en una universidad privada: mujeres –madres, novias, esposas, hermanas, hijas– que el sistema vigila y castiga, que hacina en habitaciones sin ventanas, obliga a programar actividades en las que nadie tiene interés y cuyos presupuestos son inexistentes pero aun así deben ser cuadrados, anonimiza, halaga y humilla a partes iguales.” [Sigue leyendo]

La Vanguardia (Barcelona), marzo de 2023.