1. Tu libro más reciente es No derrames tus lágrimas por nadie que viva en estas calles, donde ficcionalizás un congreso fascista que habría tenido lugar en la Italia de 1945, a modo de contraste con el congreso antifascista de 1937 en Valencia. Es claro que vos condenás sin dudas las perspectivas políticas de los autores que representás en este texto, pero eso no obsta para que puedas reivindicar también, en su justa medida, la calidad literaria de algunas de sus obras, como se ha hecho por ejemplo con Ezra Pound. ¿Hasta qué punto la biografía personal de un autor condiciona su lectura y su recepción crítica? ¿Este tipo de prejuicio biográfico condena al olvido obras que merecerían ser recordadas?

 

  1. Absolutamente. Si en algún momento pareció posible, por fin, prescindir de la figura del autor como elemento central en la lectura y recepción de los textos, el hecho es que en la actualidad el autor ha recuperado ese lugar central (ha regresado, por decirlo así) junto con las formas más impresionistas de la crítica literaria. (En el sentido de que sólo comunican “impresiones de la lectura” en vez de tratar de poner el texto en un mapa o evaluar su politicidad.) A ello, por supuesto, también contribuye, y mucho, el mercado, que vende autores y no textos (como se pone de manifiesto con cada nueva faja que anuncia: “Del autor de…” o “Tras el éxito de…”). Sin embargo, la lectura centrada exclusivamente en los aspectos biográficos de los autores no solamente desactiva esos textos, sino que también induce a una visión completamente distorsionada de la historia literaria en cuyo marco habría autores “buenos” y autores “malos” (y no textos “buenos” o “malos”: al margen de lo cual, por supuesto, esos calificativos denuncian tácitamente una visión moral de la literatura que está en el fondo de lo peor de las interpretaciones literarias actuales). [Sigue leyendo]

 

Patricio Pron: «La ambigüedad de que el autor ‘habla de sí mismo’ y, al mismo tiempo, no lo hace es uno de los motores más poderosos de la literatura»

 

OcultaLit, abril de 2017.