“Quizá pueda parecer curioso que ciertos escritores se interesasen más por la retracción en la venta de los libros que por la pérdida de peso específico de la literatura en la sociedad, dos fenómenos diferentes que pretenden pasar por uno solo; ese interés y la asimilación de los dos fenómenos por parte de ciertos escritores, y sus nuevas prácticas, vinieron a demostrar hace algunos años que ciertos escritores habían asumido los principios del capitalismo tardío como los únicos principios de acción posibles y que éstos ya no sólo gobernaban la promoción, la circulación y la venta de las obras literarias sino también su producción: en un marco en el cual los escritores parecen tener interés en otras cosas distintas a la literatura, y en el que la escritura es vista en algunos casos como un escollo incómodo para la obtención de la visibilidad pública que, pese a todo, aún otorga el ser escritor, los escritores diversificaron sus actividades no sólo a raíz de la percepción de que la literatura había perdido su combate imaginario contra la cultura audiovisual sino también porque habían internalizado las reglas del capitalismo tardío: cada vez más y para la mayor cantidad posible de consumidores.” [Sigue leyendo]

La Tempestad (México), octubre de 2013.