“El otro lado de la huida es tan desasosegante que, tarde o temprano, queda marcado por la impronta de la deserción: a los ojos de los demás, y en especial de su hija Olivia (abandonada a los catorce años), la ausencia no sólo se vive con dolor y aprensión por la sospecha nunca acallada de la muerte, sino con coraje y rechazo, con reprobación y furia. Esas reacciones contradictorias y en tensión se resuelven en otras variantes de la huida: la hija se convierte en actriz para vaciar su identidad constantemente; Emma, la esposa, que no sabe si ya es viuda, cava un hueco, un pozo de ausencia con sus propias manos, en una intervención artística que tiene mucho de exorcismo.” [Sigue leyendo]

Revista de la Universidad de Universidad de México (México), febrero de 2024.