“Nacionalista, con una relación singular y nueva con la naturaleza, liberal en materia de derechos individuales, el romanticismo puso el énfasis en el sentimiento en oposición a la supuesta universalidad de la razón y la ley moral y rechazó los modelos artísticos previos en pos de la originalidad y la libre expresión del artista en tanto ‘genio creador’ y ‘demiurgo’; antes de ser superado por el positivismo y el impulso empirista, el romanticismo fue entre 1800 y 1850 algo más que una estética: fue un intento de revolucionar las artes, pero también la sociedad, la mirada sobre el paisaje, la experiencia del mundo. 12 millones de euros y cinco años después de que comenzasen las obras, el Museo Alemán del Romanticismo reúne en 1.600 metros cuadrados distribuidos en tres plantas manuscritos de Franz Brentano y Joseph von Eichendorff, pinturas de Caspar David Friedrich y Johann Heinrich Füssli, imágenes de las primeras ediciones de las fábulas de los hermanos Grimm, una gramola que reproduce las lieder de Des Knaben Wunderhorn (El cuerno mágico de la juventud), borradores de Robert Schumann, cartas, partituras, retratos, mapas interactivos de los periplos vitales de los románticos.” [Sigue leyendo]

El País, octubre de 2021.