12 de diciembre, sábado

 

  1. viene a casa y da carta de ciudadanía al nuevo adjetivo para denominar la estetización de las prácticas: “cuqui”. Llevar un diario es “cuqui”, contar tu maternidad es “cuqui”, ser sensible es “cuqui”, estar emocionado hasta la psicopatología en cada uno de tus posts en las redes sociales es “cuqui”, disimular tu falta de ingenio citando las palabras de tu hijo en el desayuno es “cuqui”, que todos los libros que publican tus amigos te parezcan “conmovedores”, “bellos y dolorosos” y/o “el mejor que han escrito” es “cuqui”, Instagram es lo “cuqui” por excelencia. R. creció en Malasaña, adonde nosotros llegamos cuando el proceso de gentrificación ya había comenzado y parecía irreversible; escuchándolo, uno siente el deseo imperioso de que regresen al barrio la heroína y las prácticas autodestructivas, que dejan tras de sí un cadáver, paradójicamente, más vivo que todo aquello sobre lo que se posa lo “cuqui”.

 

15 de diciembre, martes

Vivimos de espaldas a las pocas certezas de quienes nos precedieron, al menos desde el comienzo de la pandemia: habitamos en cuevas, y después en casas, porque los seres humanos tendemos a huir de los peligros buscando la compañía de otros y los interiores, pero ambas cosas son ahora mortales y están parcialmente prohibidas. [Sigue leyendo]

La Agenda de Buenos Aires, 24 de diciembre de 2020.