“No hay ningún perjuicio en no recordar quién fue Ernest Pinard y tampoco demasiado mérito en hacerlo. Pinard llegó a ministro del Interior del Segundo Imperio, pero terminó expulsado de su partido y no dejó otro legado que la prohibición durante prácticamente un siglo de siete de los mejores poemas de Las flores del mal. ‘¿Qué tienen las obras de arte para meterse en tantos problemas?’, se pregunta el filósofo y abogado británico Anthony Julius en el último número de la revista Liberties; a la media docena de ejemplos recientes a la que recurre para demostrar, como afirma, que vivimos en un momento en que ‘se presta una atención equivocada a la obra de arte’, ‘no se respetan las reivindicaciones del arte’, su ‘integridad’ ni la creación y el arte es considerado ‘nada más que una mercancía, una declaración política, un insulto o una difamación’ podrían sumarse otros más próximos al lector como la condena a la organizadora de la ‘Gran Procesión del Santo Chumino Rebelde’, cuyo único delito consistió en la representación realista de una vulva, el proceso a la revista satírica Mongolia, el veto al escritor y traductor catalán Víctor Obiols por parte de los agentes de Amanda Gorman, del que escribió brillantemente en este periódico Nuria Barrios, y las interminables y fútiles discusiones en redes sociales, donde parece imposible manifestarse en cualquier sentido sin que alguien decida que se lo está ofendiendo. ‘El arte atrae en este momento una considerable energía censora’, sostiene Julius. ‘No hay ningún otro discurso que figure en tantos contextos de censura distintos [que parezcan contar] con tantas justificaciones: la justificación nacional (el arte está ligado al prestigio de una nación y no puede dañarlo), la justificación de la clase gobernante (no se debe permitir que las obras de arte generen conflictos), la justificación religiosa (las obras no deben blasfemar ni ofender a los creyentes), la justificación capitalista (no se debe alienar a los consumidores ni dañar los intereses comerciales de la empresa)’.” [Sigue leyendo]
El País (España), abril de 2021.