“Ahí están –más ejemplos- las conversaciones ingeniosas que ridiculizan a los mandos y que parecen sacadas de los absurdos bélicos que retrató magistralmente Jaroslav Hašek en El buen soldado Schweik (la escena del oficial que amenaza con el ‘todavía no me conoces’ podría ser un guiño a aquella novela). También son humorísticos los leitmotivs irreales, como la aparición de unos turistas japoneses, esa bomba que se cierne y nunca termina de caer, o el recurrente ‘¡deja de robar!’, que recuerda al tío Toby silbando el ‘Lillibulero’ en Tristram Shandy.” [Sigue leyendo]

Babelia, 11 de julio de 2014.