Un joven escritor argentino regresa a su país de origen para despedirse de su padre enfermo y se adentra involuntariamente en la historia de su familia a la vez que en la suya propia. Al hacerlo, procura comprender quién fue su padre y en qué creyó durante los años que precedieron a su nacimiento, un período de convulsión política en Argentina lleno de atrocidades y clandestinidad. También descubre que su padre buscaba antes de morir a un hombre desaparecido en extrañas circunstancias, y se pregunta si en su historia y en la de su padre no hay una simetría. Desde el primer momento se intuye la gravedad del asunto, que apunta al sustrato podrido de una pequeña comunidad de la Pampa argentina, pero también una segunda simetría: el desaparecido era hermano de una joven amiga de su padre, secuestrada y asesinada por las fuerzas represivas del Estado argentino en 1977, y la búsqueda del joven escritor argentino que narra esta historia se convierte en la de un padre pero también en la de una respuesta, por dolorosa que ésta sea.
“[…] exigencia y complejidad y una prosa de la mejor estirpe. Ponga el lector en esa estirpe los grandes nombres que prefiera […] pero, imagine al escritor que imagine, junto a él estará Pron, con todo derecho.” José Carlos Llop, Diario de Mallorca
La crítica ha dicho
«Pron ha escrito y publicado entre 1999 y 2011 algunos libros de cuentos (El mundo sin las personas que lo afean y lo arruinan es realmente hermoso) y cinco novelas que poco a poco permiten ir midiendo su extraordinaria madurez. Las últimos tres, a saber, Una puta mierda, El comienzo de la primavera y, especialmente, El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia hacen de él uno de los mejores escritores del momento, y no sólo en español. El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia […] combina un llamativo uso del lenguaje con una técnica narrativa sólida, original y brillante, desplegada para narrar, a través de la forma engañosa de un policial, la relación entre generaciones, el millar de secretos y silencios que las separan y la posible transmisión de un patrimonio formado por política, ética y valor personal, pero también miedo, ilusiones y errores. Porque, como dice Pron, hijo de militantes de izquierda que creció en la dictadura argentina, ‘a nuestros padres les debemos la recuperación de sus valores, y ellos nos deben una explicación'». Francesca Lazzarato, Il Manifesto (Italia)
«Lo valioso de la obra de Patricio Pron es la verdad generacional que surge de la búsqueda, casi autobiográfica, de los condicionantes sociales o afectivos que conforman la historia personal del autor, y que convierten sus libros en un fiel reflejo de gran parte de lo que sienten, piensan y padecen las personas nacidas después de 1970. […] Muy pocos escritores jóvenes de las literaturas en español pueden presumir de tener un proyecto narrativo tan sólido, atractivo y éticamente cimentado como el suyo.» Pablo Santiago Chiquero, El Muro de los Libros (España)
«Prolífico y precoz, capaz de alzarse con algunos de los premios más prestigiosos del mundo literario, Pron ya ha pasado de ser una revelación a afianzarse como un escritor que promete una obra sólida y extensa.» Pablo Dema, Cartografías (Argentina)
«Señalado por la revista Granta como una de las promesas de la narrativa escrita en español, el argentino Patricio Pron domina el lenguaje y la estructura con una solvencia poco frecuente en autores de su edad. […] No es fácil que un tema tan manoseado alcance nuevos ecos. Si Pron lo logra es gracias, además de los referidos méritos, al vigor de muchas de sus reflexiones [y a su] utilización de fuentes en apariencia ajenas, cuyas rupturas y vacíos son magníficas metáforas de la levedad de la memoria.» ABC (España)
«Libros tan contundentes como El mundo sin las personas que lo afean y lo arruinan o El comienzo de la primavera han hecho de Patricio Pron (Rosario, Argentina, 1975) uno de los escritores más interesantes y capaces de la actualidad hispanoamericana. Su nueva novela, El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia, no es un simple ejercicio de escritura, obedece a un proyecto de verdad ambicioso, cargado de resonancias éticas y, ciertamente, doloroso para su autor, por cuanto tiene de catarsis personal: nada tan difícil como rastrear los orígenes personales esclareciendo quiénes fueron en verdad tus padres y tu propio país.» Ernesto Calabuig, El Cultural (España)
«Siguiendo con las dicotomías […], si El comienzo de la primavera era una novela del siglo XIX, El espíritu de mis padres lo es de finales del XX o incluso del XXI. Si en aquella todo está perfectamente trazado en torno a una peripecia, a una aventura sin falla, perfectamente compuesta y de factura impecable, […] en esta tenemos un montón de piezas (aquél “puzle” que adquiere un relieve especial en un episodio) en forma de sueños, de recuerdos, de retazos de conversaciones, de fotografías… de retazos de vida, al fin. […] Me conmuevo –y me descubro– al pensar cómo Patricio Pron es capaz de narrar algo tan profundo con esa apariencia de estructura deslavazada y conseguir que sea tan sólido como al final resulta ser.» Amelia Pérez de Villar
«No espere el lector la acumulación de torturas inverosímiles, el recorrido por los siniestros ‘chupaderos’ en los que se dio cumplimiento a la misión infame de las desapariciones; ni siquiera la relación de las maquinaciones para que de todo ello sólo perviviera el olvido letal. Pron no habla de ello, rehúye lo obvio. Y, sin embargo, su fin último no es otro que el de abolir la amnesia para aprender a reconocer el presente a partir del pasado.» Arturo García Ramos, ABC Cultural (España)
«Me interesó mucho el principio de la discontinuidad, de Hollenbach, el filósofo que motiva la búsqueda de Martínez en su anterior novela, también esbozada en algunos relatos de El mundo sin las personas que lo afean y lo arruinan (Mondadori, 2010). Aquí Pron elabora algo diferente; lo llama la teoría de las simetrías.» Rafael Suárez Plácido
«Pron lo ha hecho todo bien. Destacar un episodio de su experiencia personal, teñirlo de confidencia sin añadirle sentimentalismo, aportarle sentido del suspense, orquestar escenarios que apoyan ese sentido, no emplear páginas de más, usar un estilo impecable.» Francesc Bon, Un libro al día (España)
«Una estructura trabajada a cincel y absolutamente al servicio de lo que se quiere transmitir: más sensaciones que historias.» Público (España)
«El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia es un texto fascinante, sobre el que hay que decir algunas cosas. La primera es que desmiente un malentendido bastante común: el de que los autores que se sirven de un fuerte artificio literario para levantar ficciones sobre la memoria histórica lo hacen porque observan el acontecimiento desde la distancia. En este caso, es el propio Pron el que utiliza mecanismos más bien posmodernos para narrar algo que le atañe en su propia piel. La segunda cosa es que, por lo visto, es posible escribir relatos de investigadores –o lo que sea– de baja intensidad, donde lo que importa no es ni sembrar de espectáculo el desarrollo de la trama ni atender a las servidumbres del género, sino generar una intriga intelectual […] en torno a hechos, ideas y sucesos. La tercera es que el lirismo no está de sobra en una novela que se dice política, y Pron lo demuestra reforzando el dramatismo de la acción esgrimiendo el arma más propia de la literatura: la emoción […]. La cuarta cosa que se puede decir es que esta novela demuestra que, en las manos adecuadas, la intersección de géneros no es un disparo al aire; es una plantilla seudoensayística que convive con la ficción para levantar reflexiones pertinentes en su contexto más propio: la narración.» Roberto Valencia, Quimera (España)
«En esta, su quinta novela, Patricio Pron (1975) nos confronta con la memoria, privada y pública, de una generación golpeada, dolida y a veces desorientada por causa de sus padres. Y la importancia de los eventos pasados para reconstruir un lazo entre generaciones que le den significados y pertenencias, para esclarecer, aunque sea en parte, por qué los hijos son lo que son, y el silencio y los olvidos de los padres. Intima y pública, al mismo tiempo, la novela El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia es un gran libro sobre una época y sus secuelas, que de tanto en tanto, nos inquietan con sus sombras.» Miguel Wolter, El Mostrador (Chile)
«[…] este es realmente un texto político, tomando el término ‘político’ en el sentido más extenso, en un sentido tan extenso que, de hecho, se diluye en los límites de lo que la política, tal y como la entendemos hoy, ha abandonado por completo: el de una ética de la convivencia, el de una ética de la existencia común, que el libro analiza a partir de los niveles individual, familiar y nacional. Esta es la mayor fuerza del libro: la capacidad de construir un relato en el que estos tres niveles se entrelazan y establecen una relación sistémica. El individuo, la familia y el estado se consideran aquí, no como unidades independientes que puedan reflejar unas a otras […] sino como elementos de un sistema cuyas partes se relacionan y mantienen una dependencia. […] Pron va camino de convertirse en uno de los narradores más representativos de su generación.» Miguel Carreira, Revista Lecturas (Chile)
«El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia constituye una lectura necesaria. […] Es una novela pero no es una novela, es un extraño ejercicio de estilismo literario donde se combina la reflexión personal, la crónica periodística y la autobiografía. El resultado refleja la intención del autor de combinar géneros, de sobrepasar las reglas que etiquetan las obras según su naturaleza y se adentra en un terreno a veces desconcertante pero casi siempre lúcido e innovador. Pron muestra una técnica soberbia, el dominio de los tiempos del relato, y la experiencia, pese a su juventud, de un autor maduro.» Javier Juárez, Anika entre libros (España)
«Una estructura sólida, soluciones narrativas realmente innovadoras y un lenguaje seco que no deja lugar a las trivialidades en que a veces incurre la introspección: la de Patricio Pron es la reflexión de toda una generación que está buscando explicaciones de forma constante, que quiere reconstruir el pasado y recuperar los valores positivos que la ‘guerra sucia’ ha destruido en la generación anterior para poder, una vez pacificada ésta, heredarla. Marina Lomunno, Lettere Vive (Italia)
«Este afán de verosimilitud constriñe sanamente las posibilidades de lectura porque obliga a urdir una interpretación del texto que lo abre a las circunstancias personales del autor y a las circunstancias culturales y políticas de Argentina. Las preguntas acerca de la responsabilidad de los padres y abuelos en los terrores y miedos de las generaciones presentes, de la oportunidad y conveniencia de hurgar en el pasado personal e histórico y acerca de las dificultades de narrar una tragedia colectiva dejando emerger progresivamente las tragedias individuales, planean, interceptan e impulsan el relato de Pron y mueven al lector a desbordarse fuera del texto sin perder contacto con él». Pedro Gandolfo, El Mercurio (Chile)
«[…] una novela madura, bien concebida y ejecutada, que se mueve en mar abierto con la rara solvencia que sólo consigue un verdadero escritor» Miguel Dalmau, La Vanguardia (España)
«El último libro de Patricio Pron es una historia dramática que camina por el filo sutil de la historia y de la memoria, de lo político y de lo personal, y de la lucha encarnizada por mantener vivo el nombre propio y los recuerdos.» Donato Bevilacqua, La Bottega di Hamlin (Italia)
«El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia es un ejemplo paradigmático de esta manera de entender la historia [la de Walter Benjamin]. Una serie de preguntas sobre la historia y sobre cómo contarla donde nada está nunca dado por sentado y donde cada una de las preguntas conduce, a su vez, a otra aún más relevante.» Miguel Á. Hernández-Navarro, SalonKritik
«Rara como su título, así es esta historia de Pron, uno de los narradores latinoamericanos más interesantes de los últimos años. Pron construye una historia personal, íntima, casi con algo de secreto obsceno, que decide mostrarle a un lector ajeno y desconocido. Es su historia, la de su padre, la de su familia, la de una desaparecida durante la dictadura y su hermano, asesinado muchos años después. Es la historia de un país y su sociedad; la historia de la forma en que un escritor que vuelve después de muchos años en el extranjero encuentra el mundo que dejó, tan parecido, tan diferente. Y es, también y porque no podría serlo de otro modo, la historia de una ficción que se construye de a retazos a veces inconexos, que saltean capítulos y nociones de tiempo-espacio, para darle forma a un relato sentido e inquietante.» Casquivana (Argentina)
«Pron, se dice, es un fiel seguidor de la escuela de Bolaño. De todos los que he leído a los que se ha atribuido esta condición, Pron es el que lo hace con más merecimiento. Y no se trata de imitar estilos o estructuras o sablear ambientes. Se trata de escribir con prosa impecable, minuciosa y culta pero a la vez accesible y evocadora, de respetar al lector procurando seguir interesando a cada frase, y de dejar escapar con sutileza mensajes entre líneas, eludiendo lo panfletario y lo propagandístico. Así que hablamos de palabras mayores, de formidable literatura confeccionada, como mucha gran literatura se confecciona, en base a muy poco: a meras experiencias personales orquestadas y aderezadas para que muchos viajemos por sus páginas. Un formidable libro.» Francesc Bon (España)
«Nuestro artista, con tan sólo treinta y cinco años, es uno de los mejores escritores actuales y que hay que leer con sumo cuidado todos y cada uno de sus libros.» Félix de Azúa, El Boomeran(g)
«[…] se lee con el placer de un entramado espléndido, con trazos cortos, con confesiones de un joven autor (¿él mismo?, ¿el otro?) que asiste a la agonía paterna cruzando hallazgos de otra historia paralela que su padre ha pesquisado, trenzando su relato con lo propio de la pequeña y la gran historia argentina reciente.» Marco Antonio de la Parra, La Segunda (Chile)
«[…] la fuerza de la forma logra trascender la aridez del fondo con efectividad casi bolañiana». Milo J. Krmpotic, Qué Leer (España)
«Al igual que en el caso de la ampliación de una vieja fotografía en el periódico en la que un rostro se disuelve en una miríada de puntos, el argentino Patricio Pron, uno de los nuevos escritores en lengua española más interesantes, extiende con engañosa parquedad una serie de elementos fragmentarios que contribuyen a formar una historia individual, así como el cuadro más amplio del sufrimiento de toda una generación y del limbo en el que aún se agita otra.» Fabio Pedone, alfabeta (Italia)
«¿Cómo puede uno volver al punto de partida cuando se está tan lejos en el espacio y en el tiempo?, parece preguntarse Pron en esta novela sobre la herencia. La respuesta no está en ninguna parte, sino en ofrecer aquello que se recibe y en dar aquello que se acepta: la memoria de los padres, un país, una lengua: todo aquello que Pron ha ido construyendo y que ha ido haciéndose, lentamente, literatura.» Diego Gándara, La Razón (España)
«El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia se inscribe en la tensión genérica que propone buena parte de la narrativa contemporánea: un campo de acción heterogéneo delimitado por unos márgenes siempre provisionales. Desde las piruetas metaliterarias y los juegos de autoficción de Vila-Matas y Bolaño, pasando por la tesis del relato real de Javier Cercas, el solapamiento de la propia experiencia debajo de una imperceptible mascarada ficcional de Javier Marías o la noción de escritura trasversal que maneja Rafael Argullol; hasta llegar a la manipulación nomencladora de Tao Lin, por citar apenas algunos ejemplos. Una tendencia que, a pesar de sus contradicciones, gravita en torno a cierta preocupación común: consolidar una amalgama literaria en la que confluyan, esencialmente, la experiencia biográfica variablemente disimulada (o, incluso, simulada) y el cuestionamiento de la vigencia canónica de la realidad y la ficción como ámbitos discursivos antitéticos.» Antonio Galimany, Revista Mamajuana (España)
«‘El espíritu…’ pasa rápido, pero deja en tu cabeza flechazos que te anclan a él y te hacen volver días después, a por piezas nuevas para ese puzzle que quizá sea tan vasto y cruel como imprescindible.» El Caimán Sincopado (España)
«La gran tragedia argentina contada con acertada contención, con la potencia dramática justa de un texto donde no se detecta aspaviento alguno, con el tono de una doméstica investigación que conduce al protagonista a una suerte de reconciliación con su pasado.» Daniel Serrano, Diario Abierto (España)
«No debe extrañar la excelente acogida que ha recibido la obra del narrador argentino Patricio Pron (1975) por parte de la crítica española (lo compara e incluso dice que supera a Sebald, Handke, Bernhard, Jelinek) y la de su país natal, que lo saluda como heraldo de una soberbia irrupción en nuestra literatura. Autor de cuatro novelas y tres colecciones de cuentos, Pron, doctorado en filología en Gotinga, residente en Madrid, parece destinado a una destacada carrera o, al menos, un sitial conspicuo entre el reducido grupo de prosistas latinoamericanos radicados en Europa.» El Mercurio (Chile)
«Patricio Pron […] asume un riesgo cuyo valor ha tenido unas extraordinarias consecuencias literarias». Juan Cruz, Mira que te lo tengo dicho
«La segunda de las cuatro partes de que consta la novela está montada con el material fragmentario que el hijo encuentra en las carpetas del padre. El lector irá encontrado sentido junto al narrador en la suma y acumulación de materiales. Es la parte más interesante de la novela, desde mi punto de vista, en algunos aspectos comparable a algunas novelas de Cortázar o a La verdad sobre el caso Savolta de (Eduardo) Mendoza. […] Patricio Pron camina en dirección opuesta a la literatura argentina, y a la hispanoamericana, y a la española, y lo consigue y llega». Toni Santillán
«Una novela necesaria y una deuda pendiente con un pasado, el suyo y el de toda una generación de argentinos, los hijos de la dictadura militar y de todos los padres y madres desaparecidos. Y por qué no, también el de todos nosotros y el de todos nuestros padres.» David Vicente, La tormenta en un vaso (España)
«En El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia, se han roto todos los silencios y la memoria. [El autor], navegando entre la crueldad y la placidez, entre el asombro y la comprensión, entre el desasosiego y el perdón, también ha regresado a casa.» José Carlos Llop, Diario de Mallorca
«[…] magníficas metáforas de la levedad de la memoria. Reflejos de una novela que, desde su primera página, habla sobre la necesidad que poseen de los hijos de investigar, con ánimo policial, las venturas y desventuras de sus padres. No es fácil que un tema tan manoseado alcance nuevos ecos. Si Pron lo logra es gracias, además de los referidos méritos, al vigor de muchas de sus reflexiones: ‘…no siempre quieres saber ciertas cosas debido a que lo que sabes se convierte en algo de tu propiedad y hay ciertas cosas que no quisieras poseer nunca’.» Recaredo Veredas, ABC (España)
«[…] lo que pocos consiguen: una atmósfera, una estampa, una sensación de haber ahondado en lo personal, del individuo Pron o de tantos otros individuos. Esta pequeña gran novela es eso. La imbricación de la circunstancia más puramente personal, egotista con el hic et nunc que la fraguó, que hizo que las cosas fueran como son.» El Estili(s)ta
«La inteligencia y la fuerza narrativa de Patricio Pron (Rosario, 1975) son valores que pocos pueden poner en duda. Estamos ante un autor técnicamente asombroso, dotado de un sentido del ritmo y de una precisión formal casi perfectos; de una cultura vasta y cosmopolita, alejado de cualquier tópico al uso en nuestras letras. […] una de las voces más audaces de la nueva generación de narradores en castellano.» Daniel Capó, Aceprensa (España)
“Patricio Pron escribe con la síntesis de la mejor tradición literaria trasatlántica: no sólo vive en él la literatura argentina, sino también la alemana, la anglosajona y, por supuesto, la latinoamericana, ejemplificada esta última por la influencia de Roberto Bolaño, presente en la prosa de Pron de una manera lejana, como si en algún punto se hubiera topado con Bolaño y rindiera homenaje a otro caminante un poco más experimentado que él.” Andrés Hax, Revista Eñe
“[…] una muestra del terror, del miedo y la angustia que, cada día y cada noche, apuntaban con una pistola a la cabeza de su víctima. Un grito en un mundo que está enfermo de olvido y es aferrarse con todo a recordar lo que debe ser recordado.” +cultura (México)
“[…] me hizo recordar las obras Familia I y Familia II, de la artista argentina Andrea Nacach, nacida también en 1975. En estas piezas, la autora revisa la compleja estructura de los vínculos familiares a través del relato trágico de una muerte, analiza los modos de comunicación entre padres e hijos y presenta dos núcleos temporales (los años setenta y la actualidad) unidos por la complicidad de los afectos. Pero este libro-objeto revela también un diálogo entre la memoria explícita y la memoria ausente, arrancada por un troquel en forma de cruz que atraviesa las ochenta páginas del álbum fotográfico que constituye la obra. Un terrible vacío que no apela a lo sobrante, sino al carácter inconcluso de los recuerdos y al proceso interminable de construcción de la identidad personal.” Carlos Delgado Mayordomo, Arte para perplejos
“Detectivesca sin ser policial, generacional sin caer en lugares comunes (por eso es lícito pensarla en sintonía con 76 de Félix Bruzzone, como el mismo Pron afirma), El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia deja en claro que los padres, pero sobre todo, los que fueron jóvenes en los ’60 y los ’70, conforman ellos mismos un trágico rompecabezas que, como todo rompecabezas, padece del solitario mal de la falta de piezas.” Fernando Delgado, Radar Libros (Argentina)
“[…] el relato de los hijos de una generación diezmada, que sin querer terminaron participando de algo que aun no comprendían pero que ahora es necesario poner por escrito.” Rodrigo Fernández, El Popular (Argentina)
“La solidez de su proyecto narrativo, la precisión de su prosa y la potencia de muchas de sus ideas hacen que los reparos queden en un segundo plano durante la lectura de sus textos.” Matías Capelli, Los Inrockuptibles (Argentina)
“La complejidad intrínseca es también la marca […], o, mejor, una de las marcas que evidencian en Pron al escritor en lengua castellana más sólido de su generación, que acaba de publicar su mejor novela hasta la fecha, lo cual no es decir poco.” Ramiro Sanchiz, Leedor 2.0
«Pero el nudo detectivesco no es de novela policiaca: es de afán moral, tal como se explica en los fragmentos que funden mejor la lección de la alta literatura y la intensidad del relato. En ellos se destilan las pesquisas y esa desembocadura sólo puede ser un rompecabezas genuino y no ninguna forma convencional de novela. Félix de Azúa ha hecho saber formalmente y en varios artículos el valor de nuevo clásico de Patricio Pron: háganle caso.» Jordi Gracia, El País (España)
«Un habilísimo juego de espejos en los que se reflejan dos investigaciones paralelas: el pasado y el presente, las simétricas desapariciones de Alberto y Alicia, la emigración y el retorno, el río de sueños (una danza casi surrealista) producto de una momentánea enfermedad del hijo y las oscuras pesadillas del padre en su cama de hospital, las habitaciones protectoras de la casa y un exterior en el cual el aire ha cambiado y se ha llenado de todas las cosas que no se querrían nunca afrontar, como la muerte de los padres o el paisaje de una infancia de la cual no se logra apartar los ojos.» Francesco Lazzarato, Il Manifesto (Italia)
«Pron introduce a su lector en un paisaje líquido, resbaladizo, una estructura inestable construida sobre el trauma y la incertidumbre, uno que apenas se mantiene unido por su propia tensión en la superficie y es vulnerable a la más mínima presión. El paisaje se solidifica gradualmente a medida que el narrador empieza a descubrir una historia familiar que, hasta este momento de su vida, sólo ha estado presente de forma oblicua. La novela de Pron teje con toda esta inestabilidad un libro bellamente fragmentado acerca de la dificultad de localizar la tragedia en los mundos post-traumáticos de la nación y la psique, y sobre la dificultad de escribir cuando la historia propia se ha roto.» Alli Carlisle, Full Stop (Estados Unidos)
«Pron, que es una de las voces más originales de la literatura sudamericana, ha puesto en juego las relaciones dramáticas entre su propia familia y su país.» Augusto Leon, Il Recensore (Italia)
«Una búsqueda a ciegas que lleva a su autor a una Argentina atrapada por la dictadura. Esta breve novela está construida como un informe detallado, casi policíaco (porque «los hijos son detectives lanzados al mundo (…), son los policías de sus padres». Su joven autor, Patricio Pron, premiado varias veces por la crítica hispánica, asume un riesgo: perdernos entre sus páginas. […] Luego nos agarra por el cuello, a la vuelta de una frase nerviosa e incisiva; más adelante, otra de terrible eficacia». Lionel A, Senior Evasion (Francia)
«Conmovedora, tierna incluso. La honestidad con la que Pron narra su historia y sus problemas personales sugiere que, a pesar de que su infancia tuvo lugar sin la guía amorosa de su padre, ya en ella se inclinaba por lo que en última instancia iba a constituir la materia de sus propias y valientes decisiones e iba a conectarlo con su familia de otras formas. Al combinar su honestidad brutal con imágenes que expresan sentimientos además de visiones, la novela de Pron apela al lector en más de un nivel a la vez.» Mary Whipple, Seeing the World Through Books (Estados Unidos)
«[…] allí donde una novela policiaca normal terminaría señalando a un culpable a ser castigado para que, de esa manera, el universo pueda volver a un estado de orden, Pron señala en todas las direcciones. Al lector no se le dan ni respuestas consoladoras ni definitivas, sino simplemente un mandato para que continúe la búsqueda. Como describe el propio narrador, el libro es ‘una narración en forma de un enorme friso o la apariencia de una historia personal e íntima que evita la tentación de contarlo todo, una pieza de un puzle inacabado que obliga al lector a buscar las piezas contiguas y después continuar buscando piezas hasta desentrañar la imagen’. Es una técnica con la que Pron triunfa bellamente, mostrándonos suficientes piezas rotas como para permitirnos imaginar lo que una vez fue un todo.» Phil Klay, The Daily Beast (Estados Unidos)
«Quizás esta sea la historia personal del autor, que narra aquí a modo de autobiografía, quizás sea el reconocimiento de la identidad propia a través de la pared de lluvia que oculta el pasado y que su padre colocó para proteger a los miembros de su familia. Con seguridad, sin embargo, es la historia verdadera de Alberto y Alicia Burdisso, cuyas vidas fueron destrozadas por la historia de su país en diferentes momentos. […] Patricio Pron consigue algo grande con su novela.» Bianca Raum y Arndt Stroscher, Literatwo (Alemania)
«En su debut en Estados Unidos Pron demuestra su dominio de la literatura de vanguardia. Su capacidad técnica casi resulta irritante, pero la historia que cuenta es lo suficientemente atractiva como para que los lectores no puedan dejar de pasar las páginas de El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia. Y, aunque el diseño no convencional y el contenido de la historia pueden dejar desconcertados a algunos lectores, la mayoría de ellos se quedará con la sensación de haber sido testigo de una proeza, si no con cierta perturbación por lo que ha leído.» Debra Flax, The Anniston Star (Estados Unidos)
«Poético, una estructura sorprendente, un yo que se desnuda línea a línea.» Gazzetta di Mantova (Italia)
«El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia es la dura descripción de la impotencia que se convirtió en rasgo fundamental de muchos hijos de activistas políticos argentinos perseguidos, a los que Pron compara con los integrantes de un ‘un ejército derrotado hace tiempo cuyas batallas ni siquiera podemos recordar y que nuestros padres no se atreven a mirar de frente todavía’. […] un texto que trabaja tan convincentemente con una poética de los lapsus de memoria que hace plausible la forma asombrosa en la que es narrado.» Kerstin Cornils, Jungle World (Alemania)
«Densa, intrigante, sutil, esta novela, a caballo entre la ficción y la investigación (en el postfacio Pron se detiene a explicar la cuestión del género), fue muy comentada tras su publicación en España, el año pasado; puede desconcertar, pero termina imponiéndose como una cautivante reflexión sobre la memoria, la historia y la herencia recibida.» Bernard Quiriny, Evene (Francia)
«Extraordinariamente penetrante y cautivadora.» Dirk Fuhrig, WDR (Alemania)
«Un juego narrativo audaz y lleno de referencias a la época oscura de la dictadura, a la participación en las sombras de personas comprometidas con la búsqueda permanente de la verdad sabiendo que arriesgaban sus vidas o ponían en riesgo el destino de su propia familia. Pron es original, su escritura tiene ritmo, peso y espesor.» Stefano Calafiore, Bergamo News (Italia)
«La novela es una aproximación al padre, quizás (incluso) una forma de disculpar tardíamente a toda una generación. […] Este comienzo de la carrera de Patricio Pron está lleno de promesas.» Christoph Schröder, Der Tagesspiegel (Alemania)
«Terriblemente eficaz.» Charle Thouvenot, The Good Life (Francia)
«El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia es una novela fragmentada y melancólica que se lee como una elegía. Es técnica, episódica y resulta híper-contemporánea. Si estás de humor para una mezcla perfecta entre Roberto Bolano y Jennifer Egan, escoge este libro!» Monika Woods, Books I just read (Estados Unidos)
«Pron ha logrado escribir un libro sutil sobre secretos de familia y vínculos que no se pueden romper, pero también sobre todas esas cosas nunca dichas que siempre quedan entre padres e hijos.» Focus (Alemania)
«Su tono apesadumbrado por la derrota evita exitosamente el gesto de otorgar demasiado crédito a su comprensión de la historia. La forma en que este libro es narrado encarna conmovedoramente las secuelas de la brutalidad.» Ron Slate, On the Seawall (Estados Unidos)
«Frente a la negación y el olvido, Pron ha hilvanado las experiencias de activistas, sobrevivientes y aquellos que se sumaron más tarde al relato para vincular al individuo con la memoria colectiva y a la historia de una familia con la de una nación.» Publishers Weekly (Estados Unidos)
«Pron permanece fiel a los temas que siempre le han interesado, en primer lugar la relación entre padres e hijos, pero también la memoria, la distancia seguida del retorno y la exigencia de la reinvención de una dimensión ética y política. […] La necesidad de su narrador de indagar acerca de las aventuras y las desventuras de su padre, descubriendo y redescubriendo las etapas de una vida entera, es, pues, aquella de cualquier persona que sienta la necesidad de unir al recuerdo el coraje de plantearle cara también al horror.» Isabella Spagnoli, Gazzetta di Parma (Italia)
«El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia muestra las consecuencias de la Guerra Sucia a través de las generaciones y de los años. Pron es un gran escritor. Este libro de algo más de doscientas páginas traducido por Mara Faye Lethem ha sido escrito simplemente con un lenguaje evocador y un argumento que empuja a continuar leyendo.» Jessica DeLeón, The Hispanic Reader (Estados Unidos)
«Pron es original, su escritura tiene ritmo, peso y espesor. Un autor maduro y capaz.» Le Scarpe di Joyce (Italia)
«A pesar de su gravedad temática y de su voluntad de desenmascarar la verdad de los hechos, El espíritu de mis padres es un libro aéreo, que parece desprenderse directamente del pensamiento del autor: un pensamiento al principio algo incrédulo, tan entristecido como entretenido (entristenido, podríamos decir), y que se afirma a medida que se precisan los objetivos de una memoria recuperada.» Dominique A, Le Monde (Francia)
«Una novela lenta, escrita con la habilidad de un anatomista que describe sentimientos que, sin embargo, no pueden ser explicados, que narra las consecuencias del mal y cómo estas consecuencias alcanzan generación tras generación en forma de ondas, cambiando de forma y de intensidad, pero permaneciendo siempre fieles a sí mismas y a la cuestión de fondo.» 2666 (Italia)
«…difícil, pero muy gratificante, y profundamente perturbadora.» Tony Bailie, New York Journal of Books
«La escritura de esta novela es perseguida por el vértigo de las listas. Pron enumera y describe sueños, artículos de revistas, títulos de libros, nombres de escritores, eventos (minuto a minuto), fotografías… A veces esta técnica narrativa parece empalagosa y engreída, pero es la forma que encuentra el autor para fijar, incluso con sólo una pista, la realidad sobre la objetividad de las cosas.» Gianni Biondillo, Coop (Italia)
«[…] todo es elíptico, nunca demasiado directo o apodíctico, y el encanto de la novela de Pron reside también en esta brillante ambigüedad.» Gianluca Veltri, Mucchio (Italia)
«Una historia fascinante.» Charles R. Larson, The Greanville Post (Estados Unidos)
«El espíritu de mi padre sigue subiendo en la lluvia de Patricio Pron desafía cualquier clasificación como género. Es una novela de misterio, pero más que eso. Es una novela política, pero va más allá. Es también una obra de historia y una biografía, una autobiografía y unas memorias. Desafía toda posible clasificación debido probablemente a que es una historia narrada de la única manera en que una historia que aborda lo que esta hace puede ser contada: en un remolino en el que giran todos estos géneros porque la Argentina de la década de 1970 y su después sólo pueden realmente ser reconocidos como un remolino. Reconocidos, pero no entendidos.» Glynn Young, Faith, Fiction, Friends (Estados Unidos)
«Esta novela filosófica se hace las preguntas ontológicas y epistemológicas más espinosas, al tiempo que exhibe convincentemente (así como explora) el poder de la ficción para descubrir las verdades emocionales más profundamente enterradas. […] Es a través de los pequeños detalles que Pron alcanza las verdades universales; a través de la representación de una vida individual que muestra el dolor de una generación.» Anita Sethi, The Independent (Gran Bretaña)
«La novela de Pron impresiona por su estructura formal, abierta: un rompecabezas de elementos narrativos y de archivo. El autor es, además, un maestro de la enumeración y de las listas, y es impresionante todo lo que puede obtener del uso de ese recurso estilístico. ¿La numeración caprichosa de los capítulos es un homenaje a la gran novela de Julio Cortázar Rayuela? ¿O una referencia a los atascos de la memoria? Un libro importante, no sólo para los lectores de Argentina, ese país ‘donde los muertos entierran a los muertos’.» Jürgen Lentes, Frankfurter Gemeine Zeitung (Alemania)
«Este es un libro extraordinario, y Pron es un escritor extraordinariamente dotado, que usa la desmemoria, la fuga en el sueño, las drogas y la enfermedad, primero, para escapar del pasado y, a continuación, para evocarlo y darle un significado. […] Un libro sobre la memoria, nuestro miedo y nuestra profunda necesidad de ella.» Betsy Burton, KUER (Estados Unidos)
«[…] una investigación pero sobre todo un examen de conciencia en el que lo político y lo privado, la dictadura militar argentina y la historia familiar están unidos de forma inseparable.» Buchjournal.de (Alemania)
«[…] la historia de una generación marcada por la violencia política, un doloroso pero inevitable work in progress para los hijos de aquellos derrotados hace treinta años.» Claudio Iván Remeseira, NBC Latino (Estados Unidos)
«El debut en los Estados Unidos de Patricio Pron puede ser descrito como una narrativa de misterio deliberadamente fragmentada pero libre de las convenciones de éste o de cualquier otro género. Narrada ‘en susurros y con risas y con llanto’, es una compleja mirada al legado y al mandato de la lucha social en Argentina. […] Pron traza con brillantez una línea que va del delito individual, que interesa a unos pocos, a esa epidemia que es el ‘crimen social’, que transforma a generaciones. Esta novela, que debemos a una nueva y potente voz de la literatura en español, debería granjearle a Pron un amplio y muy merecido público lector en el mundo de habla inglesa.» Jonathan Schwartz, Booklist (Estados Unidos)
«[…] compacto y exigente, pero también extraordinariamente gratificante. Patricio Pron escribe con inteligencia, talento, irreverencia, humor, voluntad política y autoridad, adentrándose en el pasado reciente de Argentina y trazando, a la vez, un retrato familiar, un caso criminal y una representación de la actual sociedad argentina. Pron ha sido señalado por Granta como un nuevo maestro de la narrativa en español. El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia, que parece ejemplarmente traducido por Kristina Solum, es, en efecto, una pequeña obra maestra». Sigmund Jensen, Stavanger Aftenblad (Noruega)
«Un aporte muy original y poderoso al corpus literario sobre uno de los períodos más turbulentos de la historia moderna. […] Pron trae el estilo novedoso de Roberto Bolaño a la Guerra Sucia en esta muy conmovedora y agradablemente sorprendente novela.» Bait for Bookworms (Reino Unido)
«[…] emocionante y versátil, estilísticamente elegante y auténtico […]. Un gran alegato contra el olvido, en sólo 221 páginas.» Günter Keil, Literaturblog (Alemania)
«La joven literatura argentina se ha lanzado a la conquista del trono que ocupaba hasta el momento la generación anterior, y en Patricio Pron ha encontrado un maravilloso compañero de armas». Kai Budler, StadtRadio Göttingen (Alemania)
«La novela de Pron me obsesiona. Su nada sentimental narración de lo que fue crecer en las sombras de la década de 1970 para un niño de izquierdistas derrotados hizo que mi corazón diera un vuelco. […] Pron narra brillantemente lo que fue crecer en las postrimerías de ese colapso heroico, y la traducción de Mara Faye Lethem consigue reproducir a la perfección su tono de resignación adormecida.» Marcela Valdés, The New York Times Review of Book
«El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia es una novela cautivadora.» The New Yorker
“Una historia que aún necesita rescatarse del olvido para que los hijos dignifiquen el dolor de sus padres.” Alena Collar, Bitácora (España)
“Rico en su simbolismo, denso en su tema, vanguardista en su prosa y lírico en su poesía, El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia es también un desafío obsesivo de los que atrapan a su lector”. Alberto Bombig, O Estado de S.Paulo (Brasil)
«Pron abre la herida más dolorosa de la historia argentina contemporánea. Su libro demuestra que incluso los escritores jóvenes están empezando a preguntarse qué impacto moral y emocional ha tenido la dictadura en la vida de sus padres, y especialmente en ellos mismos.» Jasper Vervaeke, DeReactor.org (Holanda)
“Una novela extremadamente inventiva cuyo tema central es la memoria de la dictadura. […] Su autor afirmó, sin modestia: ‘Mi motivación para escribir el libro nació de la percepción de que nadie había escrito algo así antes’. No exagero al decir que tenía razón”. Guilherme Sobota, O Estado de S. Paulo (Brasil)
“Una reflexión autocrítica, honesta y conmovedora sobre la memoria, la política y las relaciones familiares.” Yannis Kontos, Poli-k (Grecia)
“No tenía la intención de leer el libro de Pron, no en ese momento, tomaría su lugar en el estante no leído, había otras prioridades. Pero sin pensarlo mucho comencé a leer y descubrí una calle de un solo sentido que tenía que seguir. […] Pron ha escrito una novela memorable que logra hacer que su construcción posmoderna no solo sea asequible sino también atractiva: un logro exigente, claro ejemplo de talento.” NO14ME (Grecia)
“En 2010 la revista Granta seleccionó a Patricio Pron para su lista de los mejores escritores jóvenes en español y esta novela justifica esa selección, confirmando de paso su amplia aceptación por parte de la prensa internacional y destacados colegas.” Lifo (Grecia)
“Quienes hayan estudiado a Walter Benjamin lo amarán, quienes lean a Roberto Bolaño sonreirán, y los lectores de Sebald lo encontrarán en sus páginas.” Maria Palaiologou, Ikaros (Grecia)
“Patricio Pron formula una posibilidad de novela, que es ya la novela misma, como para atestiguar, por las múltiples formas de actuar de lo novelístico, que la obra de repositorio, la caja-máquina del texto, contiene toda la fuerza del objeto final, aunque éste sea invisible.” Pedro Fernandes, Letras In.Verso e Re.Verso (Brasil)
Algunas páginas
1
Entre marzo o abril de 2000 y agosto de 2008, ocho años en los que viajé y escribí artículos y viví en Alemania, el consumo de ciertas drogas hizo que perdiera casi por completo la memoria, de manera que el recuerdo de esos años –por lo menos el recuerdo de unos noventa y cinco meses de esos ocho años– es más bien impreciso y esquemático: recuerdo las habitaciones de dos casas donde viví, recuerdo la nieve metiéndose dentro de mis zapatos cuando me esforzaba por abrir un camino entre la entrada de una de esas casas y la calle, recuerdo que luego echaba sal y la nieve se volvía marrón y comenzaba a disolverse, recuerdo la puerta del consultorio del psiquiatra que me atendía pero no recuerdo su nombre ni cómo di con él. Era ligeramente calvo y solía pesarme cada vez que lo visitaba, supongo que una vez al mes o algo así. Me preguntaba cómo me iba y luego me pesaba y me daba más pastillas. Unos años después de haber dejado aquella ciudad alemana, regresé y rehice el camino hacia la consulta de aquel psiquiatra y leí su nombre en la placa que había junto a los otros timbres de la casa, pero el suyo era sólo un nombre, nada que explicase por qué yo lo había visitado y por qué él me había pesado cada vez que me había visto y cómo podía ser que yo hubiera dejado que mi memoria se fuera así, por el fregadero; aquella vez me dije que podía tocar a su puerta y preguntarle por qué yo lo había visitado y qué había pasado conmigo durante esos años, pero después consideré que tendría que haber hecho una cita previa, que el psiquiatra no debía recordarme de todas maneras y, además, que yo no tengo curiosidad sobre mí mismo realmente. Quizás un día un hijo mío quiera saber quién fue su padre y qué hizo durante esos ocho años en Alemania y vaya a la ciudad y la recorra y, tal vez, con las indicaciones de su padre pueda llegar a la consulta del psiquiatra y averiguarlo todo. Un día, supongo, en algún momento, los hijos tienen necesidad de saber quiénes fueron sus padres y se lanzan a averiguarlo. Los hijos son los detectives de los padres, que los arrojan al mundo para que un día regresen a ellos para contarles su historia y, de esa manera, puedan comprenderla. No son sus jueces, puesto que no pueden juzgar realmente con imparcialidad a padres a quienes se lo deben todo, incluyendo la vida, pero pueden intentar poner orden en su historia, restituir el sentido que los acontecimientos más o menos pueriles de la vida y su acumulación parecen haberle arrebatado, y luego proteger esa historia y perpetuarla en la memoria. Los hijos son los policías de sus padres, pero a mí no me gustan los policías. Nunca se han llevado bien con mi familia.
2
Mi padre enfermó durante ese período, en agosto de 2008. Un día, supongo que el de su cumpleaños, llamé a mi abuela paterna. Mi abuela me dijo que no me preocupara, que habían llevado a mi padre al hospital sólo para un control de rutina. Yo le pregunté que a qué se refería. Un control de rutina, nada importante, respondió mi abuela; no sé por qué se alarga, pero no es importante. Le pregunté cuánto tiempo hacía que mi padre estaba en el hospital. Dos días, tres, respondió. Cuando colgué con ella llamé a la casa de mis padres. No había nadie allí. Entonces llamé a mi hermana; me contestó una voz que parecía salida del fondo de los tiempos, la voz de todas las personas que habían estado alguna vez en el pasillo de un hospital esperando noticias, una voz que suena a sueño y a cansancio y a desesperación. No quisimos preocuparte, me dijo mi hermana. Qué ha pasado, pregunté. Bueno, respondió mi hermana, es demasiado complicado para contártelo ahora. Puedo hablar con él, pregunté. No, él no puede hablar, respondió ella. Voy, dije, y colgué.
4
Mi padre y yo no hablábamos desde hacía algún tiempo. No era nada personal, simplemente yo no solía tener un teléfono a mano cuando quería hablar con él y él no tenía dónde llamarme si alguna vez pensaba en hacerlo. Unos meses antes de que enfermara, yo había dejado la habitación que rentaba en aquella ciudad alemana y había comenzado a dormir en los sofás de las personas que conocía. No lo hacía porque no tuviera dinero sino por la irresponsabilidad que, suponía, traía consigo el no tener casa ni obligaciones; el dejarlo todo atrás de alguna forma. Y de verdad no estaba mal, pero el problema es que cuando vives así no puedes tener demasiadas cosas, así que poco a poco fui desprendiéndome de mis libros, de los pocos objetos que había comprado desde mi llegada a Alemania y de mi ropa; de todo ello sólo conservé algunas camisas, y eso porque descubrí que una camisa limpia podía abrirte la puerta de una casa cuando no tenías dónde ir. Yo solía lavarlas a mano por la mañana mientras me duchaba en alguna de aquellas casas y luego las dejaba secar en el interior de alguna de las taquillas de la biblioteca del departamento de literatura de la universidad en el que trabajaba, o sobre la hierba de un parque al que solía ir a matar las horas del día antes de salir a buscar la hospitalidad y la compañía del dueño o la dueña de algún sofá. Yo, simplemente, estaba de paso.
5
En ocasiones no podía dormir; cuando eso sucedía, me levantaba del sofá y caminaba hacia la estantería de libros de mi anfitrión, siempre diferente pero siempre también, invariablemente, ubicada junto al sofá, como si sólo pudiera leerse en la incomodidad tan propia de ese mueble en el que uno nunca está completamente tendido pero tampoco adecuadamente sentado. Entonces miraba los libros y pensaba que yo había leído alguna vez uno tras otro sin darme pausa alguna pero que en ese momento me eran completamente indiferentes. En esas estanterías casi nunca había libros de aquellos escritores muertos que yo había leído alguna vez, cuando era un adolescente pobre en un barrio pobre de una ciudad pobre de un país pobre y estaba empeñado estúpidamente en convertirme en parte de esa república imaginaria a la que ellos pertenecían, una república de contornos imprecisos en la que los escritores escribían en Nueva York o en Londres, en Berlín o en Buenos Aires, y sin embargo no era de este mundo. Yo había querido ser como ellos y de esa determinación, y de la voluntad que llevaba consigo, habían quedado como único testimonio aquel viaje a Alemania, que era el país donde los escritores que más me interesaban habían vivido y habían muerto y, sobre todo, habían escrito, y un puñado de libros que pertenecían ya a una literatura de la que yo había querido escapar sin lograrlo; una literatura que parecía ser la pesadilla de un escritor moribundo, o, mejor aún, de un escritor argentino y moribundo y sin ningún talento; digamos, para entendernos, un escritor que no fuera el autor de El Aleph, alrededor del cual todos giramos inevitablemente, sino más bien el de Sobre héroes y tumbas, alguien que toda su vida se creyó talentoso e importante y moralmente inobjetable y en el último instante de su vida descubre que careció de todo talento y se comportó ridículamente y recuerda que almorzó con dictadores y entonces se siente avergonzado y desea que la literatura de su país esté a la altura de su triste obra para que ésta tenga incluso uno o dos epígonos y no haya sido escrita en vano. Bueno, yo había sido parte de esa literatura, y cada vez que pensaba en ello era como si en mi cabeza un anciano gritara ¡Tornado! ¡Tornado! anunciando el fin de los tiempos por venir, como en un filme mexicano que había visto alguna vez; sólo que los tiempos por venir habían seguido viniendo y yo solamente había podido cogerme de los troncos de aquellos árboles que aún resistían al tornado dejando de escribir, dejando completamente de escribir y de leer y viendo los libros como lo que eran, lo único que yo había podido llamar alguna vez mi casa, completos desconocidos en aquel tiempo de pastillas y de sueños vívidos en que ya no recordaba ni quería recordar qué maldita cosa era una casa.
Reseñas