Lo curioso de los relatos sobre guerra es que en su mayoría buscan una conmoción sentimental, rastrean un lector humanizado que repudia las acciones de la guerra por todo lo que niegan y no tanto por todo lo que significan. Pron indaga entonces en esos otros significados, no los de la humanidad y el lento respiro de la esperanza dentro de una situación catastrófica como la guerra, sino la guerra vista desde su más absurda connotación: la plena estupidez, la plena tontería que resulta imposible describir de una forma distinta a la acotada por el título de la obra que dio origen a Nosotros caminamos en sueños: Una puta mierda. [Sigue leyendo]

Luis Arce, Hermano Cerdo (México)