—La novela trabaja sobre la relación entre el arte y la vida, propia de las vanguardias. ¿Hoy esa relación no existe más? ¿Los escritores ya no tienen injerencia en el debate público?

 

—En realidad creo que esa relación tiene lugar, ahora, por primera vez en la historia, mediante una estetización de los acontecimientos que no excluye los más terribles, como los videos de ejecuciones de ISIS: en ese sentido, es posible que vivamos en el mundo soñado por las vanguardias, aunque no necesariamente de la forma en que esas vanguardias lo concibieron. Por otra parte, la injerencia de los escritores en el debate público no ha sido, históricamente, me parece, ni muy útil ni especialmente deseable, y novelas como No derrames tus lágrimas […] la cuestionan: en realidad, es mucho mejor para todos que el descrédito haya caído, por fin, sobre los escritores pontífices.” [Sigue leyendo]

 

Blog de la librería Eterna Cadencia. Buenos Aires, 3 de noviembre de 2016.