Recientemente incursionaste en el ensayo con El libro tachado, que postula una posible historia de la literatura a través de lo que no ha podido ser, y documenta sus negaciones: los diversos modos en los que un autor y un texto se borran. Me parece, ante todo, la obra de un lector atento e, incluso, obsesivo; lo veo como el tipo de libros que sólo son posibles tras toda una vida como lector y la frecuentación de una biblioteca. ¿Cómo surgió la idea de escribirlo?, ¿cuál fue el proceso de investigación?

 

La idea de escribir El libro tachado surgió de dos incomodidades: con el ensayo reciente en español, que ha perdido buena parte de su capacidad para establecer un diálogo provechoso con el lector, y con las voces que auguran la “muerte” de la literatura. Aunque las llamo aquí “incomodidades”, el proceso de escritura no fue nada incómodo en sí mismo porque, al revisar mis notas y mi diario de lecturas en busca de noticias acerca de esa supuesta “muerte”, lo que encontré fue que en los últimos diez años, y sin saberlo, no había hecho más que leer sobre el tema. A partir de ese punto, todo consistió, no en saber qué argumentos utilizar para apoyar mis hipótesis, sino cuáles dejar de lado, en cómo devolver al ensayo en español la espontaneidad y la libertad formal que, en mi opinión, ha perdido y en cómo escribir un libro que pudiera o pueda ser leído de cuatro o cinco formas distintas, como sucede con El libro tachado.

 

Veo un par de contradicciones en el libro. Partes del postulado de la muerte del autor de Barthes y, sin embargo, buena parte del ensayo se centra en los autores como figuras más que como una función discursiva. El título sugiere un tratamiento de las obras que surgen a partir de la borradura (pienso en Tree of Codes, de Safran Foer; o Blackout Poetry, de Austin Kleon), pero es justamente ahí donde El libro tachado guarda silencio. ¿A qué se deben estas decisiones?

 

No conozco bien los casos de Safran Foer y de Kleon, de allí que no me haya atrevido a hablar de ellos. (Quedan anotados para una edición corregida y aumentada del libro y, por lo pronto, hipotética.) En cuanto a la supuesta contradicción que apuntas, yo no la veo: tomar el ensayo de Barthes como punto de partida no me parece adherir a lo que se dice allí; de hecho, buena parte del libro da cuenta de la contradicción existente entre unos autores que aspiran a desaparecer y un negocio editorial que se lo impide por razones comerciales (razones, por otra parte, que los propios autores aceptan en mayor o en menor medida). [Sigue leyendo]

 

La Tempestad. Ciudad de México, 25 de noviembre de 2014.